Sabías qué…
El vidrio se descubrió por casualidad. Según cuenta el historiador romano Plinio el Viejo, en su Historia Natural, el alumbramiento de este material transparente aconteció en Siria cuando unos mercaderes fenicios de natrón (compuesto de sal natural), que preparaban su comida, al no encontrar piedras donde colocar sus ollas al fuego, echaron parte del natrón que portaban. Al día siguiente, vieron como las piedras de natrón se habían fundido y su reacción con la arena había producido un material brillante.
A partir de entonces los fenicios, trasladaron este descubrimiento a toda la cuenca del Mediterráneo, aunque realmente fueron los egipcios del período predinástico los primeros en fabricar el vidrio en forma de esmaltes vitrificados.
El lapis specularis, piedra especular, es una variedad del yeso, denominada yeso selenítico, con una configuración cristalina y laminar que permitía cortarlo en lajas con un simple serrucho. De esta forma se podía obtener placas de diferentes tamaños y espesor para ser completamente traslúcidas… “protegía del frío y permitía mirar a su través” (Plinio). Estas lajas comenzaron a utilizarse en el siglo I para cubrir las ventanas y claraboyas a modo de nuestro acristalamiento.
Hispania fue pionera en el uso de estos cristales porque el primer yacimiento y el más importante de lapis specularis, estaba situado en la localidad celtíbera de Segóbriga(Saelices, Cuenca), donde se extraía de profundos pozos en el subsuelo de hasta 30 metros.
Aunque las planchas más importantes no comenzaron a hacerse hasta 1687 gracias a una novedosa técnica de fusión sobre una gran mesa de hierro.